Reproches. Siempre reproches. A todas horas. Cuando no es por pitos, es por flautas. Y que conste, queridos amigos, que la culpa no es vuestra, el responsable soy yo por teneros malcriados y no poder deciros que no a nada cuando me reclamáis, solícitos, alguna fruslería. Y claro, yo no soy de piedra y si, como en tantas ocasiones, una de mis bellas y neumáticas lectoras de sinuosas curvas internas y externas, me ruega encarecidamente semidesnuda que escriba en el blog sobre un tema en concreto… ¿Cómo voy a decir que no? ¿Qué clase de caballero sería si diera un no por respuesta? Y si por ventura uno de mis abigarrados lectores me solicitara, pinturero, que escribiera sobre un tema fresquito, porque de tal cosa depende que salga victorioso en una apuesta que le ayudaría a poner una pica en Flandes, tapándole absolutamente todos y cada uno de los agujeros a una morena con garbo con la que había tanto porfiado como apostado… ¿Qué tipo de escritor mezquino y miserable sería si no le diera el capricho para la consecución de tan noble fin? Ya os lo digo yo… ¡Uno deleznable!
Por eso, cuando el otro día un alto mandatario del Ministerio del Interior (que dijo ser muy fan mío), bajo amenazas de sacar a la luz mi certificado de penales, mi hoja de servicios y un video muy comprometedor de cuando trabajaba de contertulio en “Bellezas al Agua”, me exigió de forma amigable pero esgrimiendo un puñal de plata con incrustaciones de pedrería, que escribiera uno de esos Diálogos tan suculentos que suelo mantener con mi madre (que como todo el mundo sabe a estas alturas… ¡es una santa!), le dije sin dudar un segundo: “De mil amores lo haré… ¡hijo de viuda!”. Así que sobre eso tratará mi columnata de hoy, queridos niños.
Resulta que últimamente y de forma recurrente a la par que reiterativa, mi querida madre y yo a la hora del desayuno mantenemos todos los días la misma conversación a propósito de un anuncio televisivo en el que un hombre da consejos a los conductores para evitar accidentes y otras cuestiones, la conversación suele discurrir en los siguientes términos:
– Kaskete.- Pero vamos a ver, porque ya me estoy calentando… ¿en calidad de qué da este hombre consejos a nadie sobre conducción y viabilidad?
– La Mari.- Supongo que en calidad de ciudadano de bien, porque no hay ningún letrero que le señale como experto en una u otra cuestión.
– Kaskete.- ¡Ole sus cojones! O sea que si a mi me da la gana, me voy a las puerta de Antena 3, la cadena amiga, digo que me graben dando consejos sobre cirugía cardiovascular porque es mi derecho constitucional como ciudadano de pleno derecho… ¿y tienen que transigir cortésmente?
– La Mari.- Pues no lo se, pero tu de cirugía cardiovascular atesoras conocimientos muy básicos y este caballero solo da consejos que no dejan de ser una sarta de obviedades como que hay que beber mucho líquido y refrescos de cola, para evitar dormirse durante la conducción en trayectos largos.
– Kaskete.- Y porque lo diga un perfecto Don Nadie con aspecto apamplinado y simiesco, sin acreditación alguna o estudios científicos propios que avalen sus palabras… ¿Me lo tengo que creer?
– La Mari.- ¡Pero por qué tuve que dar a luz a una criatura empirista y cartesiana!
– Kaskete.- Yo al menos soy un niñito chiquitín que piensa luego existe; hay por ahí otros hijos díscolos y degenerados que no solo no piensan, sino que tengo la certeza de que su existencia también habría que cogerla con alfileres, y que además meten mano en el bolso de sus madres para desvalijarlas… ¡Así que no se queje tanto!
– La Mari.- No te creas, que todos los días doy gracias al señor porque tu no tengas la mano larga.
– Kaskete.- Y yo a la Virgen de los Remedios porque usted no tenga querencia a Bingo.
– La Mari.- ¡A mis brazos, hijo de mis entretelas!
– Kaskete.- Como sabe que estoy falto de cariño y que cualquier carantoña, por mínima que sea, me ablanda el corazón.
– La Mari.- Es que lo que no sepa una madre…
– Kaskete.- Pues como madre que es y cuya obligación inexcusable es la de velar por el bienestar de sus hijos, la exijo ahora mismo de modo enérgico que haga el favor de llamar a Antena 3 y decir que ya esta bien de sacar a indocumentados que, basándose en Dios sabe que recomendaciones partidistas, llenan de pájaros la cabeza de los jóvenes por motivos seguramente oscuros y mercantilistas.
– La Mari.- Que cruz de niño…
Y así pasamos los ratos mi amada progenitora y yo…